4.19.2008

La esencia de la proclamación cristiana, parte 2

La Historia de la redención en la teología del AT

Es notable el carácter eminentemente histórico de la narración contenida en el AT. Y la salvación es un tema principal que permea las Escrituras hebreas (cf. 2 Tim. 3: 16). Como declara Ingrid Maisch, el sentido veterotestamentario de salvación tiene sus raíces en experiencias y situaciones concretas.[1] La teología del AT entiende todo el curso de la historia de Israel en términos de los tratos de Dios con Su pueblo, y Su propósito para ellos y mediante ellos; es una historia que se mueve dentro de los polos de promesa y cumplimiento.[2] A esto, dentro del estudio de la teología del AT se observa una progresión histórica en la revelación divina, centralizada en los convenios pactales de Dios con personajes bíblicos: Noe, Abraham, Moisés y Cristo, todo lo cual manifiesta la esencia orgánica de la Biblia y la propia anatomía de la historia.[3]
Desde el momento en que Israel se entiende como nación, concibe la salida de Egipto como la acción salvífica definitiva de YHWH a favor de su pueblo.[4]
El AT no conoce de cumplimiento escatológico definitivo; espera un cumplimiento de carácter de promesa para el futuro: el Dios que actuó en los días del éxodo y la conquista de Canaán y a través del rey David, actuaría una vez mas.[5] Por tanto, el AT es una obra inconclusa, una historia no terminada; anuncia una conclusión, pero nunca llega a ella totalmente.[6] Analizar esto le pertenece a la teología del NT.
Historia de la redención en la teología del NT
Si en el AT destaca el carácter eminentemente histórico en su narrativa bíblica, el NT no es la excepción. Cuando uno abre el NT y empieza a leer el primer evangelio incluido, puede hallar la historicidad salvífica de Dios dentro de la historia del pueblo de Israel (cf. Mt. 1:1-17). Además, el NT es enfático al señalar que Dios se ha revelado mediante Sus actos poderosos (cf. Rom. 1:19, 20; Heb. 1: 1-4); por ello, a Dios se le conoce por lo que hace, en especial por lo que ha hecho en una Persona especial: Jesucristo.[7] El interés del NT no está enfatizar la revelación de un código ético más elevado o presentar una concepción más elevada de Dios, como comúnmente se cree; pero declara que Dios ha actuado en “la plenitud del tiempo” (Gal. 4: 4[8]), para cumplir lo que decían la ley y los profetas.[9]
Ahora, en cuanto al campo narrativo, cierto número de eruditos observan en los relatos neotestamentarios de la pasión una redacción con estilo de una exposición histórica apocalíptica—p.ej. en el uso continuo que se hace de la Escritura.[10] Si esto es así o no, lo que es notable en el texto del NT es que en el corazón de su teología descansa una proclamación, un kerigma; y este kerigma parece haber sido el peso de la predicación cristiana primitiva, como lo testifican además los discursos apostólicos registrados en Hechos y otras partes del NT.[11] Justamente la peculiaridad del mensaje del NT consiste en que la naturaleza del testimonio de la comunidad apostólica se dirige hacia el único evento de toda la historia de la salvación; el NT, por tanto, es historia e interpretación de Jesucristo, dados por la misma comunidad que vio y escucho a Jesús.[12]
K. Berger está totalmente en lo correcto que este Jesús, que llegó al mundo como el Hijo encarnado de Dios, marca el “centro del tiempo” en el sentido histórico, redentor y escatológico en lo que se refiere al plan de Dios para las naciones, y Su muerte y resurrección constituyen el mensaje apostólico (gr. Euangelizesthai) y pone así fin a la comunicación veterotestamentaria de Dios mediante la ley y los profetas, y con ello da inicio a la misión evangelística a los gentiles (Lc. 16: 16).[13] Por ello, la preocupación teológica central del NT es anunciar que el evento escatológico largamente esperado en el AT, el punto pivotal de toda la historia ha ocurrido en Jesucristo.[14]
Como declara Stagg, la Biblia es Christuszeugnis, un testigo de Cristo.[15] Toda la Biblia da testimonio de Él (cf. Jn. 5: 39; Lc. 24: 44); además de esto, la Biblia tiene una orientación escatológica, pues está escrita con un entendimiento particular de la historia, con Dios antes de y por encima de ella y aun dentro de ella, moviéndose hacia su propósito determinado.[16]
Por todo lo dicho anteriormente, se puede consolidar que el NT es el testimonio apostólico de hombres inspirados por Dios acerca de los poderosos actos divinos, que convergen en el evento de la encarnación del Verbo, y Su morada entre nosotros (Jn. 1: 14).[17] Al agrupar los libros del AT y del NT, toda nueva expresión adquiere su significado ultimo, es decir, el acontecimiento salvífico en Cristo constituye el punto clave y la llave hermenéutica de todo el acontecer histórico.[18]

Continuará...

Notas
[1]En Karl Rahner, ed. Sacramentum Mundi: enciclopedia teológica. 6 vols. (Barcelona: Editorial Herder, 1976-1985), 196.
[2]Bright, The Authority of the Old Testament, 198.
[3]Hasel, Old Testament Theology, 43.
[4]Maisch, Sacramentum Mundi, 6, 196
[5]Bright, The Authority of the Old Testament, 198.
[6]Bright, Ibid., 137.
[7]Frank Stagg, New Testament Theology (Nashville: Broadman Press, 1962), 5.
[8]La Biblia de las Américas (California: Foundation Publications, Inc.).
[9]Bright, The Authority of the Old Testament, 138.
[10]K. Berger, en Karl Rahner, ed. Sacramentum Mundi, VI, 209.
[11]Bright, The Authority of the Old Testament, 139.
[12]Stagg, New Testament Theology, 6.
[13]Berger, en Rahner, ed. Sacramentum Mundi, VI, 210.
[14]Bright, The Authority of the Old Testament, 139.
[15]Stagg, New Testament Theology, 12.
[16]Stagg, New Testament Theology, 12.
[17]Stagg, New Testament Theology, 5.
[18]Oscar Cullmann, La historia de la salvación (Barcelona: Ediciones Península, 1967), 135.

"Cristo colgado de la cruz es el evangelio", Elena de White